VICTORIA, Guanajuato. – Cavaron tan profundo y tan lejos en las montañas para encontrar oro y plata, que quedaron aislados. La codicia llevó a un puñado de frailes jesuitas a construir literalmente un castillo perforando la roca en uno de sus patios para crear un túnel; al cual, hoy en día, ninguno de los habitantes indígenas de los alrededores se atreve a entrar, porque, dicen, está maldito.
El rechazo popular hacia esta fortaleza es tal que no existe ningún camino para llegar a la antigua construcción ubicada en el municipio de Victoria, a la entrada de la Sierra Gorda de Guanajuato.
De hecho, increíblemente, parece que nunca existió un camino para que carretas o vehículos transportaran el producto desde la mina, conocida como Águila de Oro, sino que simplemente fue destruido, porque era casi imperceptible.
La estructura fue construida durante el siglo XVII para explotar la mina al borde de un barranco, en cuyo fondo fluye un arroyo. Así es, se excavaron minas en Xichú y Mineral de Pozos, tratando de imitar la riqueza que las vetas han producido hasta la fecha en la ciudad de Guanajuato.
Poco se sabe sobre la fortificación. Los restos de la estructura, con muros de unos 50 centímetros de espesor, muestran cinco habitaciones que pudieron tener diferentes usos, tres torres erigidas, una entrada y un patio interno; Este se caracteriza por unas escaleras de mampostería descendentes que conducen a una galería con arcos perfectamente estructurados y, metros más adelante, son interrumpidas por un hueco, la boca de una mina.
Espíritus y lamentos
Según los habitantes de Victoria, una maldición se cierne sobre el castillo, pues del hoyo cavado por los nativos y religiosos católicos emergen extraños seres.
Esos no son mis territorios. No vayamos ahí”, reveló sospechosamente la guía Esther Luna, conocida en la comunidad como La Tía, quien dijo que el túnel llega hasta el lecho del arroyo.
Según la comunidad indígena de la zona, habitada por chichimecas y otomíes, la codicia de los jesuitas desató la ira de la Madre Tierra; además de que “espíritus malignos” se apoderaron del castillo y de la mina, sin mencionar que en ese lugar murieron muchas personas, porque todos querían el oro. No se sabe cuándo fue abandonado el fuerte.
Quienes se aventuran a visitar el castillo dicen que, en el silencio del lugar, se escuchan murmullos provenientes de la mina, algunos de los cuales se convierten en gemidos. Otros han visto figuras humanas o, seguramente, sombras deambulando entre las ruinas.
Aquí casi nadie viene. La gente tiene miedo y no hay nada que hacer, porque las cosas aparecen”, comentó La Tía.
Y llegar al Castillo de la Avaricia no es fácil. Está a unos 15 kilómetros en línea recta desde Victoria; y el camino que conduce a la fortificación es sinuoso, por lo que se pueden tardar al menos cinco horas a pie.
Sin embargo, para el alcalde de Victoria, Diego Ramírez Rincón, el castillo representa una gran oportunidad para desarrollar el turismo de aventura; Por ello se buscará colaborar con la Secretaría de Turismo de Guanajuato, para establecer cursos de capacitación de guías, referentes históricos y, sobre todo, promocionar el destino.